CON-TACTO por Javier de María

Según el diccionario, contacto significa la acción y efecto de tocarse entre dos o más cosas y también, la relación o trato que se establece entre dos o más personas o entidades.

A partir de estas definiciones voy a tratar de extraer mis propias conclusiones o tal vez ni siquiera sean «mías» sino tan solo aquella parte de las palabras, de los significados, que resuenan en el «Campo» que nos envuelve a todos los seres vivos y del cual tomo como propio en cada momento, aquello que me resulta más a fin con la concordancia interior de la que soy consciente en ese instante.

Contacto, cuando oigo o pronuncio esta palabra me evoca una necesidad profundamente vital del ser humano, que como ser social, necesita para su desarrollo armónico el sentirse tocado y en relación con los demás, especialmente desde su más tierna infancia que es cuando se suelen generan las improntas vitales que conformaran de manera importante las habilidades y dificultades que posteriormente irán condicionando nuestra vida. Si ya desde el nacimiento se carece del suficiente contacto, se ha podido comprobar que se crean carencias en el desarrollo fisiológico del recién nacido, especialmente en la formación del sistema inmunológico así como por supuesto predisposición a carencias afectivas.

El bebe recién nacido es totalmente dependiente de sus padres por lo que «Necesita» ser tocado, ser reconocido, estar en relación. De no ser por su entorno no podría sobrevivir por si solo, por lo tanto, si no siente una mano que lo acaricia, un pecho que lo nutre o una mirada que se cruza con la suya y le dice, si, te veo, estas ahí y me doy cuenta de ello, si esto no se da, el recién nacido que carece de memoria anterior para comparar, no sabrá si de lo que ahora carece es para siempre o en breves momentos será colmado, pues no conoce ni anticipa el futuro, ya que vive en un continuo presente. Y si se crea esa impronta de desconfianza en que sus necesidades serán cubiertas en el momento apropiado esto le dificultará más adelante el poder confiar en que la Vida ya cuidaba de él, de ti, antes de nacer, que lo hizo durante el nacimiento y la pubertad, que continuo apoyándote en la madurez y que esperará paciente a tu lado para darte la mano, cuando tengas que volver a nacer.

El contacto se puede establecer a distintos niveles y de diferentes modos.

Podemos partir del mero contacto físico en el que dos cuerpos se tocan, desde mi punto de vista, si no se incluye nada mas, este mero contacto en el que por ejemplo una mano toca a un hombro, si no contiene en si mismo ese Algo más que marca la diferencia, será apenas de alguna utilidad o beneficio para ninguna de las partes.

También se puede establecer contacto visual, como cuando distraídamente miras a alguien que pasa por la calle. Podríamos decir que se ha establecido un contacto unidireccional pues la otra persona no se ha percatado de ello, de nuevo esta acción en si misma no se puede considerar como terapéutica. Ahora bien, si en el mirar, se pone intención y se incorpora conciencia muy probablemente esa persona que paseaba por la calle ajena a nosotros se volverá para mirarnos, pues de forma inconsciente se habrá sentido mirado, reconocido y en función del matiz de la intención puede resultarle molesta e incómoda la mirada o resultar en una mirada que provee de un contacto sanador.

Igualmente podríamos enunciar el contacto auditivo. Cuando una persona está hablando y las ondas que estos sonidos producen, viajando por el aire llegan hasta otro oído que las recoge, se puede establecer que están en contacto, pero sigue faltando ese Algo que aporta la facilitación hacia la sanación. En cambio, si hay alguien que no solo te oye sino que además te escucha, que está ahí mientras tú comentas tus dificultades, sin poner ninguna pantalla ni filtro entre ambos, sin aconsejarte ni compararte con nada ni nadie (labor nada sencilla por otro lado) muy posiblemente de ese encuentro surja un contacto transformador.

Existe además el contacto energético, en el que sin necesidad del toque físico o visual se puede percibir de alguna forma al otro, es como si tu aura captase algún tipo de irradiación que sin lugar a dudas te hace darte cuenta de que estas en relación con lo que le está sucediendo a otra persona, esta afectación suele estar condicionada por la distancia, quiero decir que la onda que transmite este impulso se percibe con mayor intensidad dentro de una cierta distancia y se va amortiguando con la separación física entre ambas personas.

Podemos por último nombrar el contacto que se experimenta a través de la conciencia, que no se ve condicionado por la distancia, por grande que esta pudiera llegar a ser y se puede percibir con claridad esa relación que mantenemos por ejemplo con alguien al que queremos y que en el acto percibimos sin esfuerzo aparente o mediante un enfoque de la atención, como se siente y como eso nos está empezando a tocar a nosotros.

Todas estas formas de contacto son susceptibles de expresarse mediante diversas cualidades y en diferentes niveles de eficacia e incluso parece ser que cuando una de estas capacidades se ve atenuada o eliminada las demás tienen tendencia a incrementarse para compensar su carencia, como cuando una persona pierde la vista y desarrolla mayor habilidad con el tacto y el oído y como casi todo en la vida, algunas personas nacen con una o varias de estas funciones más sensibles o desarrolladas que otros y todas ellas, pueden ser incrementadas con el tiempo y el entrenamiento apropiados.

Desde el punto de vista terapéutico me surgen algunas reflexiones:

¿Acaso puede la mano derecha, tocar a la izquierda, sin que a su vez la izquierda, toque a la derecha?

¿Puede el terapeuta hacer contacto con un cliente sin que al mismo tiempo el cliente toque al terapeuta?

¿Quién establece el contacto? La mariposa que en busca de su alimento, realiza la acción de acercarse a una hermosa y colorida flor o la flor que despliega sus colores y perfumes y atrae con sutiliza a la mariposa.

En realidad ¿Es posible para el sanador o para el cliente, no estar en contacto con el Aliento de Vida?

En la práctica cotidiana de mi consulta me doy cuenta de que los limites convencionales de cuando se establece el contacto con un cliente o cuando se termina este, van cambiando con el tiempo en la medida en la que uno mismo lo va haciendo, por lo que de vez en cuando merece la pena parar un poco y volver a reconsiderar tus propias opiniones.

El concepto de contacto esta ampliándose constantemente y ya se le queda pequeña la mera idea de tocar físicamente, pues cuantas veces no te ha pasado que llaman por teléfono y antes de descolgarlo ya te viene la impresión de que es tu cliente que hoy no puede venir, o cuando estás en tu sala de consulta y escuchas que ya ha entrado el siguiente y está hablando con alguien mientras espera su turno, Algo, ya esta poniéndose en marcha que te pone en contacto con como viene hoy esa persona y cuando entra en la sala y nada más hacerlo ya te ves en ocasiones impregnado conscientemente de todo «eso» que lleva encima, no es acaso frecuente para ti, que cuando el paciente se sienta para comentarte sus vivencias sin necesariamente saber muy bien el cómo, pero ya esta fluyendo o no, el encuentro entre ambos y podríamos enumerar muchos modos diferentes en los que sin haberse producido el contacto con las manos ya existe con claridad un contacto energético, un encuentro de conciencias y por supuesto también vemos el caso contrario como en ocasiones, incluso a pesar de estar en contacto físico e intentarlo con todas tus fuerzas o quizás por eso, no hay manera de que fluya con facilidad la sesión y al terminar te queda la impresión de que sinceramente lo has intentado, pero no se ha dado el contacto sino tan solo el toque.

Parece ser claro que el contacto físico, sea a través de cualquiera de los sentidos o el simple contacto energético, no suelen ser suficientes para producir cambios significativos. Lo que en realidad hace transcendente el contacto, es que se establece una relación, un encuentro en el que otro ser humano te ve, te toca, te escucha, te percibe conscientemente y además te acepta «con-tacto», con delicadeza, con lo mejor de sí mismo, no con una parte de sus sentidos o habilidades sino con todo su Ser, sin dejar que su personalidad se interponga y aun así, esto todavía no es la excelencia en la sanación, aunque si puede ser un buen principio sin el cual, no se puede progresar.

Para que se pueda dar justo lo necesario en el momento preciso, para que se manifieste el Aliento de Vida en plenitud me veo enfrentado a un dilema que no se resolver mentalmente con facilidad y es que mientras estés tú personalmente en el sentido etimológico de la palabra, de mascara, de actor, la libre expresión de la Vida se ve condicionada por ti, por tus capacidades y carencias que por mucho que hallas podido aprender por el camino es mucho mayor lo que falta, pues lo finito no puede contener a lo infinito.

Esto no quita, que desde el nivel de comprensión en el que actuamos y en el que nos hemos formado cada uno, gracias a nuestro esfuerzo personal y al de todas las generaciones que nos precedieron y nos transmitieron sus conocimientos en diferentes áreas del saber y la sanación, que desde este nivel, no se puedan realizar grandes servicios a nuestros clientes pues ciertamente, si desarrollamos una buena capacidad de empatía y la apoyamos en los estudios de una correcta formación en craneosacral podremos apoyar con firmeza la homeostasis corporal y promover la salud en cualquiera de sus expresiones.

Lo que quiero decir es que además de esto y sin renunciar a ello hay un nivel de mayor profundización, un nivel en el que me veo impulsado a realizar un Contacto no ya entre tú y yo sino más bien, tengo que apartarme del camino, recrear el vacio en mi para que pueda ser llenado, no por mí, sino por El, para que pueda expresarse con libertad el Aliento de la Vida.

De la misma manera en la que el aire nos envuelve constantemente ,pero no penetra en el interior de nuestros pulmones mientras estos permanecen llenos y cuando de forma natural estos se vacían, se crea un espacio en su interior que inmediatamente es vuelto a llenar, así tu y yo podemos vaciarnos de nosotros mismos y promover un espacio, un ahora, en el que se de lo que tenga que darse sin importar si lo entendemos o no, de esta manera el hombre se sitúa como intermediario entre el Cielo y la Tierra.

El hombre sin dejar de ser hombre, apoya sus pies sobre la Tierra, alarga sus brazos hacia el Cielo y está en Contacto. Nunca dejo de estarlo pero ahora tenemos la posibilidad de empezar a darnos cuenta. Proyectando la atención desde el centro raíz hacia la Tierra y respirándola pero sin ser solo Tierra y proyectándote desde el centro coronario hacia el Cielo y respirándolo pero sin ser solo Cielo, en medio de ambos el ser humano vive y actúa como intermediario incorporando el cielo en la tierra, acercando la Tierra al cielo.

En mi opinión la antesala del Encuentro Profundo es la Paz Interior desde la que puede surgir el aquietamiento, el vacio, la vacuidad y allí no puedes entrar tu pues si consigues entrar ya no está vacío sino lleno de ti, más cuando se da esa experiencia, sencillamente es como si por unos instantes hubieses desaparecido y al regresar sabes que algo ha pasado pero no sabes el que, no lo recuerdas pues tu no estabas allí, se da una vivencia a otro nivel de conciencia o de existencia en el que al menos para mí no es posible mantener la conciencia capaz de traer de vuelta el recuerdo de lo sucedido. Mas inevitablemente, entiendo que aunque solo haya sido una fracción de segundo, si se ha elevado la onda vibratoria del contacto y te has permitido tocar y ser tocado, si por una fracción de tiempo has sido como una caña hueca por la que se ha entonado con libertad la música del Universo sin duda seas consciente o no Algo habrá sido transformado para ti, para tu cliente y para todos los seres.

Javier de María